
La palabra LAZO se refiere a la idea de apego y vínculo con alguien (padres, amigos, otros) o algo (raíces, país, identidad, etc.). Igualmente, es una palabra que también hace referencia a la identificación de lo que nos une.
Es en este último sentido que creo mejor puedo describir los LAZOS en esta serie fotográfica. Navegando entre Colombia y Francia, siempre encuentro similitudes entre personas o momentos que se cruzan en mi camino en ambos países. Utilizando como referencia una serie de fotografías realizadas en los últimos años en diferentes lugares de Colombia , me dí a la tarea de encontrarles sus equivalentes francesas que las complementaran y crearan una especie de espejo, donde las dos imágenes se reflejen y comuniquen entre ellas, con esto tratar de mostrar que esos Lazos también pueden referirse a una cosa mucho más amplia y simple al mismo tiempo, los vínculos que nos unen y nos hacen similares como seres humanos. Más allá de las características nacionales los Lazos es lo que compartimos como hombres, mujeres, padres, artistas, amantes y que están presentes en ambas sociedades. Aquí o allá, veo y retrato estos lazos que trascienden culturas, geografías y razas: estos son los Lazos que nos hacen humanos, el amor, la pasión, el arte o la fe ...
Los Lazos entre Colombia y Francia están ahí, son tan obvias que tal vez es por eso que a menudo los pasamos por alto en favor de creernos enraizados en una identidad (cultural, religiosa), territorio o nación. Intento que estas imágenes nos permitan pensar en lo que tenemos en común en medio de nuestras diferencias.
La familia
Florentino y su familia vienen de Nabusimake, un pueblito en la Sierra Nevada de Santa Marta. Antes de llegar a su casa en la orilla de una quebrada cristalina, se detienen en el puente para reírse, hablar un poco y comerse unos mangos que trajeron del pueblo por ser momento de cosechas. Sean, Remi y su hijo Hector hacen una pausa en el Parc de la Villete con la filarmónica de París de fondo, uno de sus sitios favoritos para pasar un rato familiar. Lo más importante aquí y allá; en lo profundo de la Sierra y en la agitada metrópoli, son esos momentos compartidos en familia.

Florentino y familia Nabusimake,
Sierra Nevada de Santa Marta
Colombia 02/2014

Sean, Remi y su hijo Hector
Parc de La Villete,
Paris, France 03/2017
Las creencias
Rocío se viste de Virgen María en las fiestas de Galeras, Sucre. Malía decide si ponerse la burka ese día. Ella, una francesa de familia de Marruecos y Guinea que vive cerca de la Bastille tiene amigos de distintas religiones y me dice que su mejor amiga es atea. Las chicas con velo que veo caminando por las calles de París me recuerdan a las Vírgenes de los pueblos; el mismo atuendo, el mismo aire sagrado. La Virgen de Palestina adorada en la Costa; las chicas con burka que van de compras a Les Halles. Allá y aquí, un mundo de creencias y religiones que están más cerca de lo que parece.

Rocío Galeras,
Sucre, Colombia
01/2014

Malía 2eme arrodissement,
Paris, France
04/2017
La pasión
Ver a María Angelica bailando y cantando en las comparsas del Carnaval de Barranquilla es todo un espectáculo. Cuando ella llega, no hay mirada que pueda escaparse de su imponente disfraz de colores estridentes, pero sobretodo de la pasión con la que baila y canta sin cansancio bullerengues, cumbias, champetas y porros. Esa misma pasión la tiene Lucas cuando se para al frente del público en Versalles o La Ópera. Todo el mundo siente su adrenalina aumentar al ritmo de sus notas que emocionan hasta las lágrimas. Lucas embelesa por horas a los espectadores. La música, aquí y allá, una forma de comunicación que trasciende al idioma; que une con las ganas de cantar y nos hace sentir que somos uno.

María Angelica
Barranquilla, Colombia
02/201514

Lucas Opera Garnier,
Paris, France
04/2017
Los sueños
Casimiro tiene 18 años y vive en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. No conoce más que su región y sueña con viajar a Bogotá y a otros lugares que ni siquiera logra imaginar. Quiere vender sus hamacas, sus mochilas y los poporos que esculpe a mano. Otra mano en París, la de Maxime, trabaja en organizar la pastelería donde trabaja en París. Maxime nació en un pequeño pueblo en la Borgogna y su sueño es ser actor/modelo y poder viajar por el mundo. Cuando le muestro fotos de las playas vírgenes del Parque Tayrona sus ojos brillan de la misma manera que brillarían los de Casimiro si le mostrara una foto de la Torre Eiffel.

Casimiro
Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia
02/2014

Maxime
3eme arrondissement, Paris, France
04/2017
Lo cotidiano
Maye vive en Valledupar y todos los días prepara agua de toronjil de las plantas que tiene en su patio. Es su ritual para relajarse y espantar la ansiedad de las tardes calurosas que parecen ir en camara lenta. Michelle vive cerca de Parc des Buttes Chaumont y en su balcón cultiva menta, hinojo, lavanda y albahaca con ellas cocina maravillas y se hace infusiones que la ayudan a dormir mejor
cada noche.

Maye
Barranquilla, Colombia
01/2014

Michelle
11eme arrondisement, Paris, France
04/2017


Los oficios
Zoila lleva más de 50 años vendiendo galletas en San Juan de Betulia, Sucre. Su negocio es una tradición familiar de delicias frescas hechas en hornos de barro. Cuando Zoila pasa por la plaza, se arma un tumulto de gente que quiere arrebatarle las galletas. Ella, con toda su gracia, sólo pide no quedarse sin nada para ofrecer a la hora del recreo en el colegio del pueblo. Un tumulto parecido se forma cada mañana en la panadería de la rue Rambuteau, donde trabaja Phillipe. Sus baguettes y croissants, desaparecen a la velocidad de un parpadeo. En Betulia, se comen las galletas con queso o leche; en París, un pedazo de mantequilla se esparce en las delicias recién salidas del horno.
Zoila
San Juan de Betulia, Sucre, Colombia
01/2012
Philipe Rue Rambuteau,
Paris, France
03/2017